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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lista de Deseos

¡Hola!

He publicado esta entrada para llevar un índice de los libros que me quiero comprar. Son tantos que llega un momento que me pierdo y no recuerdo todos con exactitud... ^^U

También es para guiar a aquellos bloggers que les gustaría un intercambio de libros conmigo y no saben si cuentan con alguno que me interese. Pero os recuerdo que esto es para orientaros, no es una lista cerrada. La iré modificando y actualizando a medida que me haga con los libros.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Lunes - 14

Mierda... Nada más salir de casa, July se dio de bruces con un gigantesco atasco: toda la autovía estaba hasta los topes. Coches, furgonetas y camiones se apelotonaban en un cuello de botella que se formaba al disponer de cuatro carriles a simplemente dos.  
Así que subió el volumen de la música y se armó con grandes cantidades de paciencia y resignación.  Lo peor de todo era que, cuanto más tiempo estuviera metida en aquel embotellamiento, estaría menos minutos con Alex...
Como ambos tenían la costumbre de llegar muy pronto -disponían de toda la clase para ellos-, solían quedar para charlar tranquilamente... un instante para compartir , sin amigos pesados ni cotillas que metieran las narices. Sin embargo, aquella mañana ya podía irse despidiendo porque tendría coche para rato. Su oportunidad de estar a solas con él se fue al cuerno.
¡Por fin!

Cuando llegó a la universidad estaban todos, incluso Marlon -Nathan le había rebautizado como "el Ironías", por su dudoso sentido del humor-, que no solía aparecer hasta que la clase empezaba. Julya hacía todo lo posible por ignorarle, a no ser que él hiciera algún comentario contra ella para picarla, entonces se limitaba a asentir y sonreí, demostrando que sus tonterías le importaban una mierda. No pienso molestarme, no le daré esa satisfacción.
A pesar de todo, cada vez que abría la boca, ella fruncía los labios, impaciente, y se mordisqueaba el labio inferior por la frustración. ¡No le aguantaba!
Las cuatro horas de clase se le hicieron eternas, aunque los tonteos que se traía con Alex durante los descansos las amenizaban mucho... Llevaban demasiado tiempo así, Julya estaba dispuesta a llegar más lejos con él, pero tener que esperar a que diera el paso la estaba poniendo frenética. Tengo que darle un empujoncito, pero ¿cómo? 
Al volver a casa se dio cuenta de que precisamente estaban es San Valentín. Entonces se le ocurrió que podía mandarle un sms preguntándole si tenía novia; una clara indirecta que cualquier chico podía pillar...
 
"Hola! Una preguntita: tienes novia?
(O novio, nunca se sabe :P jajaja Es broma!)
Me acabo de dar cuenta de que hoy es 14 de febrero xD
Bss ;)"

Un error... 
Se pasó el resto de la tarde pendiente del móvil, no dejaba de mirarlo con temor, como si fuera a saltar encima de ella y morderla de un momento a otro.
¿Por qué tarda tanto? ¿Y si me he precipitado? ¿Y si he dado por sentado que no tiene novia cuando en realidad sí? ¡Dios! 
Ya notaba la ansiedad en el centro del pecho, como una bola de hierro que le impedía respirar.

martes, 22 de noviembre de 2011

Jueves - 10

Como siempre, Julya entró en clase a temprana hora de la mañana y ocupó el mismo sitio de todos los días. 
En la universidad no había reglas, no había ningún manual que determinara lo que estaba o no permitido hacer. ¡Faltaría más! Ya no somos niños. 
Los alumnos se respetaban unos a otros, así como el asiento que usaban. A Julya le gustaba comprobar que, los días que llegaba algo más apurada, su mesa la esperaba totalmente libre.
La puerta se volvió a abrir. Ella levantó un segundo la vista del libro y observó en silencio. Alex entró con su andar tan característico: cansado; como si soportara un peso que nadie pudiera ver. Saludó levantando un poco la barbilla y se tumbó sobre su mesa, estirando los brazos hacia el respaldo del asiento de July. Ella se estremeció de frío al verle vestido con una simple camiseta de manga corta.
¿Tienes las manos frías? —preguntó sin mirarla, con la cara pegada a la mesa de aglomerado.
Sí, claro respondió como si tal cosa.
Trae. 
Abrió las manos y se las ofreció, ella las aceptó sin dudarlo. Una tímida sonrisa asomó a los labios de Julya. ¡Es un cielo!
—Es verdad que siempre estás fría —comentó al mismo tiempo que la miraba a los ojos.
Ya lo sabes...
Cuando notó que las manos de Alex iban perdiendo calor, ascendió lentamente por los brazos. ¡Vaya músculos! =^^= Resultaba un poco incómodo estar así, sin hablar. Así que July terminó por apartarse y sentarse en su sitio.
—¡Gracias! —Y sonrió. 
Casi al instante notó cómo las puntas de los dedos se enfriaban. 
—Pocos chicos se dejan tocar porque siempre estoy helada. Normalmente protestan en cuanto les rozo, pero tú no... ¿Por qué?
—Soy lo contrario a ti: siempre tengo calor. Mi temperatura corporal tiene un grado más de lo normal.
—De ahí que vayas en camiseta aunque sea invierno, ¿no?
Alex asintió y luego esbozó una sonrisa.
—Por eso me vienen bien tus manos.
En ese momento llegaron sus amigos. Se fueron saludando y ella se levantó para dejarles pasar y ocupar los sitios contiguos al suyo -Xavier, Chris y Nathan, respectivamente-. Por último quedó Andrew, que se sentó a su derecha.
También vio llegar a Marlon, el inseparable compañero de Lex. July no lo soportaba, no podía ni verlo. Era arrogante, hipócrita, estúpido y feo, lo tenía todo; lo único "bonito" era su apellido. Lovely... Qué ironía.
Así que prefirió centrarse en unas vistas más interesantes, como la pizarra. Abrió su cuaderno, se apoyó en el respaldo y cruzó las piernas. Al instante sintió una leve punzada: un pinchacito pequeño, pero doloroso, en el cuello. Se llevó una mano a la nuca y miró hacia atrás. Alexander rió, juguetón, y le sacó la lengua. Volvió a pincharla con el portaminas en la mano.
—¡Quita! —exclamó ella en un susurro. Aunque luego sonrió, coqueta.
Esa clase de juegos no eran nuevos para ella... pero tampoco estaba acostumbrada a ellos. Al contrario, normalmente no solía congeniar con nadie tan rápido.
Sin embargo, sus ojos se toparon con el despreciable rostro de Marlon, que mostraba una sonrisa bobalicona. Julya suspiró, ahogando un bufido, y se dio la vuelta. Procuró no distraerse en ningún momento más, no fuera a toparse otra vez con la cara del orco.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sábado - 29

Julya llamó al timbre e inmediatamente oyó ladridos al otro lado de la puerta. Su amiga Sharon abrió, pero su pastor alemán pasó primero. Giró un par de veces a su alrededor, olisqueándola. July alargó una mano para acariciarlo, pero el animal se apartó, temeroso, y regresó a su cama, donde se enroscó como un ovillo; aunque no dejó de observarlas.
July se encogió de hombros, sin darle la menor importancia. Siempre tan cobarde...
—¡Hola! —saludó dando un par de besos. ¿Ya estáis todas?
—Sí. Llevamos ya un rato con la guitarra.
—¡Ah, guay! ¿Cuándo me toca?
—Laure ya está terminando.
July dejó el bolso sobre la mesa del salón y se deshizo del abrigo, que colgó en el respaldo de una de las sillas. Luego se sentó en el sillón que quedaba libre y vio cómo su amiga tocaba. Tiene tan poco salero que dan ganas de darle una colleja ^^U
Al cabo de unos minutos, July se puso en pie, cogió la guitarra y se colocó la correa alrededor de los hombros. Sharon fue pasando la lista de canciones: casi todas ya las habían tocado, aunque ella se dio cuenta de que todavía quedaban un par sin entrenar.
—¡Esa! La que acabas de pasar.
—¿Lista? Y apretó la X del mando.
Julya era buena con los videojuegos, aunque tardaba un rato hasta que se habituaba a los nuevos. Sobretodo si no se utilizaba un mando, sino una guitarra... ¡Vamos allá!
Los colores fueron descendiendo por la pantalla y July los acertaba casi todos. Sonrió. Había tenido buen ojo al escoger una canción que no era muy complicada.  
La música sonó con fuerza y buen ritmo. July se meneó, siguiendo las notas, y dándole efectos a los agudos y graves, ya fuera saltando o descendiendo hasta el suelo. Contagiadas, las chicas se balancearon a la vez, formando una cadena de un lado al otro del sofá. 
Se fijó en la televisión: los fans empezaban a sacar sus mecheros. ¡Mola! ¡Les ha gustado! Quedaba poco para terminar.
—¡Toma! —exclamó Sharon. ¡94% de aciertos!
—Casi, casi... —July sonrió, satisfecha, y le pasó la guitarra a Sam. Notó que ésta le dedicaba una extraña mirada. 
La suerte del principiante...
—¿Qué?
—Nada.
Julya la ignoró y se sentó en uno de los sillones. Estaba perpleja. Sólo era un juego, tocaban para divertirse, no era una competición. Todas lo sabían y no entendía a qué venían esas palabras tan secas de Sam.
Por otro lado, Laure resopló: parecía cansada.
—¿Y si cambiamos de juego?
—¿Os apetece el Mario Kart?
—¡Vale! —dijeron todas a la vez.
Jugaron por parejas. ¡Fue muy divertido! Se ponían trampas unas a otras para escalar puestos en la carrera, algunas terminaban estrelladas o salían despedidas fuera del camino.
Pero Laure era, con diferencia, la peor de todas. Apenas conseguía quedar la penúltima y su muñequito siempre lloraba desconsolado y dando golpes.
—¡Esto es una mierda! —se quejó Laure. Mi volante no funciona.
Todas las miradas se centraron en ella.
—La culpa no es del mando. Cuando nos toca jugar a Sharon y a mí, funciona perfectamente... —replicó Samantha, tratando de sonar amable.
Tanto Julya como Sharon asintieron.
—El problema es que lo coges mal. Cuando haces un giro, lo haces muy exagerado y le das demasiada fuerza, por eso pierdes el control y acabas estrellándote —apuntó July. ¡Deberías imaginar que conduces un coche de verdad!
Laure bufó y tiró el mando al suelo, enfadada.
—¡Eh, tranquila! —gritó Sam. ¡No te lo cargues! ¡No tiene la culpa de que no sepas conducir!
Ese comentario fue la gota que colmó el vaso de Laure, quien se puso en pie como un resorte. Esquivó el corrillo que habían formando alrededor de la tele y fue a coger su abrigo.
—¿Te vas? —preguntó Sharon, perpleja. ¡Laure! ¡No te enfades!
—No es para tanto... —añadió July. Ya verás como en la siguiente ronda lo haces mejor.
—O podemos cambiar de juego.
Da igual lo que dijeran, Laure no iba a cambiar de opinión. Dio un beso a Sharon, que había ido tras ella, y no se molestó en despedirse de las demás. Cerró la puerta con fuerza y la casa quedó en completo silencio.
—¿Qué le pasa? July estaba a cuadros. Yo alucino con la peña.
—¿Tan mal se lo ha tomado?
—Allá ella... —murmuró Samantha. Se comporta como una niña pequeña.
A pesar de todo, sus ánimos quedaron por los suelos y se les quitaron las ganas de seguir jugando. Al final decidieron cenar mientras veían una peli.
—¡Quiero ver "Buscando a Nemo"! —pidió Sharon, dando saltos.
Otra vez Buscando al Memo... Sam y July se miraron de reojo. A ninguna nos apetece... Pero estamos en su casa.
—Vale —dijo Sam tras el breve silencio. ¡Pero la próxima vez elegimos nosotras!

Fuera empezó a llover y las gotas repiqueteaban con fuerza contra la persiana. Comieron pizza, coca-cola y palomitas.  Ninguna imaginaba que sería la última vez que las tres amigas se reunirían para compartir una tranquila tarde de no-hacer-nada.

martes, 15 de noviembre de 2011

Miércoles - 26

Julya tenía una capacidad de concentración muy peculiar: disfrutaba de vista y oídos selectivos. Había aprendido a omitir todo aquello que no deseaba, ya fueran vistas desagradables -como antiguos compañeros de colegio con los que no hizo buenas migas- y ruidos molestos, entre muchas cosas... De hecho, aprovechaba esa capacidad para aislarse de todo el mundo en cuanto abría un libro.
—¡Llámale!
July levantó la vista al instante y miró a su izquierda: Chris estaba de pie junto a ella. ¿Qué pasa?  
Interesada por el tira y afloja entre sus dos compañeros, la joven puso el punto de lectura y dejó el libro sobre la mesa. Apoyó un brazo en su respaldo y los observó en silencio.
—¡Vamos, Xavier, llámale! —pidió Chris, entre divertido y frustrado.
—¡Hazlo tú! jajaja
La risa de Xavier era corta y seca, muy rara en él. Aunque era un chico al que le gustaba mucho sonreír, no era muy aficionado a las carcajadas. 

En realidad era un muchacho sociable, un "relaciones públicas" -aunque todo dentro de la formalidad porque, en realidad, nadie sabía mucho sobre él. No le gustaba llamar la atención ni contar nada sobre su vida.- y prácticamente conocía a media clase, lo cual era tarea casi imposible. 
Por el contrario, Chris era un chico reservado, callado la mayor parte del tiempo... Al menos hasta que cogía confianza y empezaba a mostrarse como un chico divertido y juguetón al que le gustaba pinchar a los demás y la juerga los fines de semana.
—Vale... —El susurró de Chris fue de auténtica derrota. Ya se lo pido yo. Dime cómo se llama.
Entonces Julya cayó en la cuenta: Chris quería perdirle algún favor a "el chico", pero no tenía el valor suficiente para hablar directamente con él y necesitaba a Xavier de intermediario.
El interés de July subió como la espuma. ¡Qué buena oportunidad para saber cómo se llama! Así no tendré que preguntárselo yo sin venir a cuento... 
Vio a Xavier esbozar una sonrisa fugaz y traviesa.
—Se llama Anthony.
Sí, claro. Y voy yo y me lo creo.
—¡Eh! ¡Anthony!
El chico, que hablaba con otro, ni se inmutó. Siguió con su charla como si tal cosa. 
Lo sabía... 
Xavier volvió a soltar su peculiar carcajada.
—No, venga. Lo llaman Justin.
—¡Justin!
Más de lo mismo...
En vista de que Xavier le estaba vacilando y no tenía la menor intención de decirle el nombre. Probablemente porque él tampoco lo sabe... Chris empezó a decir todos los que le venían a la cabeza con la esperanza de acertar.
—¡Evan! ¡Donald! ¡John! ¡George! ¡Albert! ¡Danny!
El chico, que regresaba al sitio que había elegido justo detrás de Julya, se lo quedó mirando. 
—¿Pero qué dices? —preguntó, alzando una ceja y mirándole como si estuviera loco.
Al final Chris cogió aire.
—¡No sé cómo te llamas!
—Alexander.
Julya empezó a reírse al mismo tiempo que se palmeaba una de las piernas.
—¡No has acertado ni uno!
Chris enrojeció un poco, lo justo para que todos los demás se sonrieran. Al final, con lo cortado que era, olvidó qué quería pedirle y se sentó. En situaciones así, su móvil era el mejor amigo del mundo y lo sacó al instante para perderse en él.
Alex, que no estaba muy seguro de lo que pasaba, se encogió de hombros, abrió su coca-cola matutina y luego tomó asiento.
No tardó mucho en regresar la calma propia que solía haber a las nueve de la mañana: ideal para pensar.

Alexander... Julya le observó de reojo y poco la faltó para ronronear como un gato satisfecho. Me gusta.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Jueves - 20

Julya llegaba con prisa y hambre. No había tenido tiempo de desayunar en casa y no veía el momento para hincarle el diente a uno de los donut que había en la máquina. Pero el problema es que siempre estaban helados, tanto que no saboreaba el chocolate. Lo que solía hacer era comprarlo primero y esperar a que se descongelanse durante una hora. Por lo tanto, nada más llegar a la universidad y antes siquiera de entrar en clase, se detuvo un momento. 
Las monedas tintinearon en sus manos y las introdujo rápidamente. Justo cuando pulsó el código y la anilla empezó a moverse, se atascó: su querido desayuno se quedó suspendido, ni dentro ni fuera de la máquina; totalmente lejos de su alcance.
Julya, con la rabia pintaba en la cara, zarandeó la máquina, tratando de hacer que volviera a funcionar, pero no hubo manera. Metió la mano a ver si le había devuelvo el dinero, pero tampoco. Con un bufido de frustración, volvió a sacudirla.
En ese momento salió de clase un chico. El chico, en realidad; ese cuyo nombre todavía no sabía. 
La saludó nada más verla.
—¡Hola! ¿Qué te pasa?
—La maldita máquina, que se ha comido mi dinero y se ha quedado con mi donut.
Él se asomó y empezó a reírse cuando lo vio allí colgado.
—¿Has intentado sacarlo? —preguntó a la vez que le daba un meneo, pero ésta ni se inmutó.
—Claro que sí. Pero no hay manera...
Julya la miró de reojo e hizo un mohín con los labios. Estaba muy molesta. No le gustaba que las cosas no salieran bien.
—Pues nada... ¡Suerte!
Él sacó la coca-cola de la máquina de al lado y se marchó como si tal cosa. July se lo quedó mirando entre perpleja e indignada. ¡Ayúdame!
Una mujer de la limpieza la sorprendió pegando una patada y preguntó qué le ocurría. Julya se ruborizó un poco, pero contestó con firmeza y le explicó su problema. 
No podrás sacarlo porque se ha quedado bien pillado. Ve a la cafetería y diles que te den el dinero.
—Gracias...
Julya se abrochó otra vez el abrigo y salió disparada. Apenas quedaban unos minutos para empezar la clase y la cafetería no estaba precisamente cerca. No corrió, pero sí trotó hasta allí. 
Como no tenía ni idea de a quién debía reclamar el dinero, habló con el primer -y único- camarero que vio por allí. Por enésima vez relató su problema, aunque cada vez con menos detalles y paciencia. El hombre, un sevillano alegre y dicharachero, sonrió ante su angustia y le dijo que no se preocupara: no era la primera ni la última que se había pasado por allí para recuperar su dinero. Julya sonrió ampliamente, contagiada por su entusiasmo. Conocer a personas tan simpáticas alegraban a una la mañana ^^

domingo, 13 de noviembre de 2011

Lunes - 17


Apenas quedaban unos minutos para que la presentación de Sistemas empezara, y no había aparecido ni un tercio de los alumnos matriculados. Estaba claro la profesora, Anabel, no simpatizaba con todos, por no decir ninguno.

Andrew -otro de los compañeros de July- se dejó caer justo a tiempo, y se sentó en el sitio que ella le había guardado. Precisamente por estos detalles, debían estar agradecidos, pero July jamás pedía las gracias, aunque a veces las necesitara... De todas maneras, Andy era un chico consecuente: siempre devolvía los favores; y esa mañana la sorprendió con un libro. ¡Juego de Tronos! Julya le había pedido en repetidas ocasiones que se lo prestara, y por fin se lo había llevado. Era un enorme tocho de seiscientas páginas; no sólo sabía entretener, sino que era un arma perfecta si en algún momento se encontraba en apuros... ^^U
Julya lo abrió con la mayor de las ilusiones y empezó a curiosear sus páginas. Estaba tan embelesada, que no se percató de una presencia a su espalda. El chico que saludó días atrás, estiraba el cuello para fisgar por encima de su hombro.
—¿Lo estás leyendo?
July se sobresaltó un poco y se volvió con rapidez.
—No, me lo acaban de prestar. —Hizo un gesto con la cabeza señalando a Andrew, que se había alejado para hablar con Xavier. El chico no siguió la dirección que le indicaba, en su lugar sonrió de medio lado.
—Yo me los quiero comprar.
—¡Pues cuestan una pasta y son seis, nada menos! —July se alegró de encontrar un chico que también le gustara leer. ¡Y encima Canción de Hielo y Fuego!
—¿Seis? ¿Seguro? Pensaba que eran cuatro...
—Hay cuatro en el mercado, pero el quinto está al caer.
—¡Ah! Entonces se lo pediré a mis padres, que no me han regalado nada por mi cumpleaños.
—¿Cuándo ha sido?
—El quince de enero.
—¡Justo la semana pasada!
Ella  guardó silencio un momento, pensativa. 
Julya solía ser una chica espabilada, que captaba las indirectas e ironías a la primera. Pero también pecaba de prudente debido a lo desconfiada que era con el resto de personas... Estos factores hicieron que dudara de su propio valor y no llegó a formular la pregunta en voz alta. ¿Cómo te llamas? En su lugar, la profesora empezó la presentación de "Sistemas Lineales".
July continuó en silencio. Miró de reojo por última vez al chico que tenía a su espalda, y empezó a prestar atención a la clase.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Miércoles - 12

Primer día nada más regresar de las vacaciones de Navidad...  ¡Qué pereza! >.< Primer día de la aburrida rutina... 

A esas horas de la mañana, Julia no era precisamente la alegría de la huerta; y ella lo sabía. Con un suspiro, cerró el grifo del agua fría y se secó la cara con la toalla, pero no terminó de espabilarse. Se movió por la casa como uno de los zombis de las películas de miedo que tanto le gustaban, aunque a diferencia de ellos, July no buscaba jugosos cerebros, sino las llaves del coche. Al final dio con ellas rebuscando en el salón, en uno de los ceniceros de cristal que había puesto su madre para decorar la mesa principal.

Llevaba cerca de tres semanas sin pisar el campus y, como de costumbre, el trayecto hasta la universidad no fue nada del otro mundo. Para no romper la tradición, llegó muy temprano.

El cielo se presentaba de un deprimente color ceniza. Muy alentador... Una clara señal de que el día sería igual de plomizo. Por suerte, esa mañana sólo habría un par de presentaciones y podría volver a casa.

Una vez en el aula, dejó la bolsa medio vacía sobre el asiento que solía ocupar. Apenas había nadie en la enorme clase con forma de media esfera, sólo cuatro personas -de las cuales, dos parecían dormitar-. July reconoció a Javier, uno de los chicos con los que solía hablar. No era precisamente  santo de su devoción. A falta de pan, buenas son tortas. Así que, con un encogimiento de hombros, se acercó a él para saludar. De paso también le dedicó un educado "Hola" al chico que estaba hablando con Javi, aunque apenas se fijó en él.  Quién le diría que sería él...

viernes, 11 de noviembre de 2011

Lunes - 10

¿Qué es un blog? ¿Para qué sirve un blog? 

Eso fue lo primero que le vino a la cabeza cuando empezó a navegar por la red. Era una cuestión muy oportuna, teniendo en cuenta que a partir de entonces iba a tener su propio blog... ¡pero no sabía para qué!

Así que ahí estaba, dando vueltas en su silla giratoria; las paredes azules de su dormitorio se convertían en un borrón confuso ante sus ojos. Pensativa, intentaba averiguar qué haría con su "maravilloso" blog. Seguramente habría días en los que ni se acordaría de él, o por el contrario, ¡tal vez escribiría muchísimas entradas en una misma hora! Nunca se sabía. Así funcionaba Julia, por impulsos...